Nosotras, las personas de la Tierra, sin distinción ni discriminación, expresamos nuestra voluntad de unirnos, de convivir con todos los humanos, esto es; de tomar las decisiones conjunta e incluyentemente, en consideración de los intereses, deseos y preocupaciones de todos y cada uno sin distinción ni discriminación y en el compromiso de usar el sentido común en nuestras relaciones en lugar de la imposición o violencia.

 

EL PROCESO DE UNION

PRIMERO: SEGURIDAD

Nuestro objetivo es un sistema de seguridad incluyente y común, por el que cualquier problema de seguridad de cualquier persona o grupo de personas es un problema de seguridad humano y todos debemos ocuparnos y cooperar para suministrar los medios de salvamento o ayuda a aquellos bajo amenaza de destrucción o daño, tales como las catástrofes, hambrunas, sequías, inundaciones, etc.

Control del arma, alto el fuego y desarme

Pero ahora la mayor amenaza y obstáculo para la coexistencia, la cooperación y la concordia humanas es el arma, el único objeto que, al contrario de todos los demás objetos y actividades que son para servirnos, es para matarnos, destruirnos y dañarnos y su consecuencia o efecto es la división humana, pues el arma no puede ser compartida y conduce ineludible e irresistiblemente a la oposición y confrontación o guerra (la destrucción de las armas del otro), de modo que detener y suspender el efecto del arma y eliminarla es nuestro primer y principal objetivo común y universal.

Y la única manera de detener y suspender esa dinámica de las armas que absorbe la voluntad humana hacia el mal es poner a todas las armas bajo un mismo mando, pues la consecuencia de un mando único es la suspensión de la actividad de las armas, con lo que se produce el alto el fuego y cesa la necesidad y el trabajo por el desarrollo y expansión infinitos del arma así como el esfuerzo en el deterioro y destrucción del (arma del) otro, pues con las armas bajo un mismo mando no puede generarse ya iniciativa de daño alguno, ni siquiera por parte de ese mando, pues sería la absurda y contradictoria situación de uno que a la vez se ataca y se defiende a sí mismo.

Con un mando único, las armas resultan inútiles y redundantes, pues su única razón de ser es la de unas por o contra otras y, en consecuencia, el desarme no solo es ya posible sino conveniente y puede tener lugar un Congreso o Asamblea de Unidad Humana abierto y transparente que realice y coordine el desarme y fije nuestra forma de convivencia o toma de decisiones incluyente futura -ya que, sin el previo control del arma, los participantes seguirían siendo sujetos de su arma y trabajarían inevitablemente para ella.

La garantía de seguridad y justicia para todos y cada uno es que el desarme solo puede llevarse a cabo de manera universal, pues un desarme unilateral o parcial es rendición, de modo que ni siquiera logra el desarme que se propone porque desarmarse unilateralmente es seguir sirviendo igual que antes o más al arma, solo que a otra. (Por eso solo en nuestro tiempo la paz es posible, hasta el punto que este pensamiento/conocimiento, ya comprendido por las personas más inteligentes del pasado, tenía que ser trágicamente negado, ocultado y hasta violentamente rechazado. Pero ahora es la hora)

El desarme se lleva a cabo de modo abierto, transparente y públicamente porque las armas, tanto los sistemas de defensa como ataque, no son azarosos o arbitrarios, sino que buscan acabar con las otras que amenazan, privan de libertad, de modo que toda violencia y amenaza ha de ser revelada y eliminada conjuntamente.

SEGUNDO: DESARROLLO COMÚN

El desarrollo común de la Humanidad es consecuencia de la suspensión del efecto del arma y del desarme porque el arma es necesaria para la propiedad privada, ya que la propiedad privada no puede existir sin la violencia que el arma (la unidad armada, el  estado) le proporciona, pero, sobre todo, porque el arma es la causa real (causa suficiente: si se da A, entonces se da B) de la propiedad privada por cuanto su propósito de matar y dañar no puede ser compartido, alternado, y todas las cosas (recursos humanos incluidos) son necesariamente privados por ella, en cuanto a que sirven solo a un arma (estado) en particular -por ese motivo el estado, o unidad armada, necesita ser incorporado en un solo individuo, y aunque el estado ceda la propiedad y los recursos entre sus sujetos es para que los exploten a su servicio.

Con la suspensión y eliminación del arma todos los objetos y actividades resultan para el bien común y, en consecuencia, el uso de los recursos se realiza también según el sentido común o capacidad óptima de servicio a la Humanidad de cada cosa, y esa finalidad nos manifiesta con claridad por quién, cuándo, cómo…debe ser usado óptimamente cada recurso, de modo que no hay disparidad ni conflicto al respecto.

Igualdad

Pero, nuestra situación actual es de división y desigualdad en la disponibilidad de los recursos, que podemos distinguir entre:

Por un lado, recursos de producción, que una vez desligados de su dependencia de un arma concreta o estado, pasan a servir a la Humanidad.

Cualquier derecho, tal cual el de propiedad, necesita de dos partes, el poseedor del derecho y aquel que lo otorga o lo reconoce. Actualmente el que reconoce los derechos de propiedad de los individuos es el estado, cuyo propósito último es aumentar su poder (de destrucción), pero con la unión humana el derecho lo otorga la Humanidad que excluye el daño y el propósito de daño (la violencia e imposición) y, por lo tanto, nadie es expropiado, pero al tiempo los recursos ya no serán usados para acumular (desposeer), a la postre para aumentar y desarrollar la capacidad de destrucción e imposición sino, por el contrario, por el bien común, de modo que la propiedad es irrelevante.

Por otro lado, tenemos los recursos de consumo -con los que la Humanidad podría motivar inicialmente a las personas hacia el bien común con un acceso diferenciado a estos. Y actualmente se da una gran desigualdad o diferencia en el acceso a estos recursos y así en los niveles de vida entre los individuos, por lo que aquellas personas actualmente habituadas a unas condiciones, como podrían ser los militares que se desmovilicen, pueden mantenerlas, si bien la austeridad voluntaria y saludable es bienvenida y apoyada por la comunidad mientras que se avanza hacia la igualdad y justicia en la disposición de recursos de cada persona.

Pues, en efecto, para las nuevas generaciones, educadas en un entorno común o universal, del mismo modo que en unidad todos condenamos el mal, se haga a quien se haga, igualmente el servicio y la contribución a la comunidad es valorado y apreciado unánime y universalmente, por lo que esa influencia mutua y natural hacia el bien es suficiente para rectificarnos y mejorarnos en aras de la aprobación y aprecio de la comunidad sin necesidad de motivaciones ligadas a la adicción corporal.

 

Aquí puedes involucrarte, si quieres


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