SIN VERDAD NO HAY DIGNIDAD
- 11, septiembre, 2021
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Ya sin el indebido respeto;
Así como apelamos ya debidamente a la universalidad, ha llegado la hora, tanto tiempo postergada, de exponer el carácter de la democracia como igual a cualquier otro sistema no cosmopolita.
Pues, la democracia es la elección de líderes y la participación en la toma de decisiones, pero, ¿en qué ámbito se dan los líderes o se toman las decisiones? Aquel que alcanza y ocupa una unidad armada hasta que empieza otra. Y las decisiones que se toman, popularmente u oligárquicamente, refieren a la estrategia, que significa literalmente el movimiento del ejército -que lleve a su expansión.
Ilustración de ello es la condena de Sócrates según se expone en la Apología. Esta dice: “tengo que habérmelas con dos suertes de acusadores, como os he dicho: los que me están acusando ha mucho tiempo, y los que ahora me citan ante el tribunal” “¿Qué decían mis primeros acusadores? Porque es preciso presentar en forma su acusación, como si apareciese escrita y con los juramentos recibidos. «Sócrates es un impío (que no muestra devoción religiosa); por una curiosidad criminal quiere penetrar lo que pasa en los cielos y en la tierra, convierte en buena una mala causa, y enseña a los demás sus doctrinas.»”
Para que nos entendamos claramente; preguntaba a la gente si Apolo no sería, en realidad, moreno, o como de larga era la barba de Zeus….
A esta acusación Sócrates responde que en conversación con unos y con otros “yo, aunque poco más, era más sabio, porque no creía saber lo que no sabía.”
“no os diré más que la verdad. La reputación que yo haya podido adquirir, no tiene otro origen que una cierta sabiduría que existe en mí. ¿Cuál es esta sabiduría? Quizá es una sabiduría puramente humana, y corro el riesgo de no ser en otro concepto sabio, al paso que los hombres de que acabo de hablares, son sabios, de una sabiduría mucho más que humana.”
El conocimiento ideológico lo sustenta el estado desde las escuelas, las universidades, los medios, así, por ejemplo, los dioses que como no existen, queda en su mano decidir lo que estos disponen o dicen y hacer que sus súbditos hagan y crean esto o aquello (y el monoteísmo es ideal para el imperio). Y quien dice dioses, otras figuraciones o rollos filosóficos ininteligibles. Y, por supuesto, el estado no permite que se publique lo que no le concierne, aunque sea para el bien humano como es la toma de decisiones inclusiva, pues la ocupación del estado, la unidad armada, es la guerra.
Y la acusación presentada literalmente ante el tribunal es:
“Sócrates es culpable, porque corrompe a los jóvenes, porque no cree en los dioses del Estado, y porque en lugar de éstos pone divinidades nuevas bajo el nombre de demonios.”
Ya hemos visto lo de los dioses, respecto a los jóvenes responde que les dice la verdad, por lo que si les corrompe es sin mala intención.
Pero veamos a que refiere lo del demonio:
“Quizá parecerá absurdo que me haya entrometido a dar a cada uno en particular lecciones, y que jamás me haya atrevido a presentarme en vuestras asambleas, para dar mis consejos a la patria. Quien me lo ha impedido, atenienses, ha sido este demonio familiar, esta voz divina de que tantas veces os he hablado, y que ha servido a Melito para formar donosamente un capítulo de acusación. Este demonio se ha pegado a mí desde mi infancia; es una voz que no se hace escuchar sino cuando quiere separarme de lo que he resuelto hacer, porque jamás me excita a emprender nada. Ella es la que se me ha opuesto siempre, cuando he querido mezclarme en los negocios de la república; y ha tenido razón, porque ha largo tiempo, creedme atenienses, que yo no existiría, si me hubiera mezclado en los negocios públicos, y no hubiera podido hacer las cosas que he hecho en beneficio vuestro y el mío. No os enfadéis, os suplico, si no os oculto nada; todo hombre que quiera oponerse franca y generosamente a todo un pueblo, sea el vuestro o cualquiera otro, y que se empeñe en evitar que se cometan iniquidades en la república, no lo hará jamás impunemente. Es preciso de toda necesidad, que el que quiere combatir por la justicia, por poco que quiera vivir, sea sólo simple particular y no hombre público. Voy a daros pruebas magníficas de esta verdad, no con palabras, sino con otro recurso que estimáis más, con hechos.”
La justicia no depende del régimen político que implemente la unidad armada o estado, pues su actividad es la guerra (si China llega a ser hegemónica, que quizás ya lo es, le interesará también el sistema liberal internacional para someter con más facilidad los mercados y medios y medias de otros países –¿no será ese el propósito de la Belt and Road Initiative? y no tanto si hay elecciones o no en un país como en Arabia Saudí, por ejemplo), por eso dice Sócrates que la justicia solo puede partir del hombre particular y por eso sus seguidores fueron los cínicos, la primera escuela cosmopolita en Occidente. Mientras que a Platón, la polis le financió la academia como ahora financia los estudios de filosofía y los demás (aunque esta Apología es suya, pero tan reciente la muerte de Socrates y ante tanto testigos no había muchas opciones de tergiversaión -es lo maravilloso de este texto único, también de un caso único, maravilloso). Pero no nos engañemos ya; que ya no hace falta (Sócrates no era tonto y sabía que el engaño era intrínseco a la guerra, pero le pareció hermosa su condena :).
El ser humano, cualquiera que sea, tiene conocimiento de que la mala intención o intención de matar o destruir no puede ser bien recibida por los que sufren daño o amenaza. Es muy simple. Por eso no nos mantengamos en la ideología, abramos los ojos, utilicemos la verdad, desvelemos las armas para eliminarlas, pues “es lo mesmo decir armas que guerra” y “sin paz no puede haber bien alguno”, como dice Cervantes, en cuyo tiempo ya la tierra y los humanos en ella ya habían sido plenamente descubiertos y por ello, va más lejos que Sócrates; se atreve a mostrar ya la bandera blanca.
Y hoy es ya el día universal ¿por qué persistir en la guerra, en las armas, en la mentira y en la simpleza?
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