La economía no tiene mucho secreto detrás de tanta parafernalia. Nada hay mejor para entenderla que su relato. Y los mejores cuentos son los que cuentan con mejores escenarios y así es particularmente bueno el de la experiencia económica china, limitada en un entorno prácticamente completo, un todo.

En este blog hemos hablado del esfuerzo intelectual enorme que se hizo en el periodo de los Reinos Combatientes por lograr la unidad. La paz duradera había de ser la recompensa. Ni mucho menos; la dinastía Qin, adaptada para la guerra por los legistas, no podía vivir en paz y cayó en 15 años. Los Han se hicieron con el poder y, excluidos los moístas, pidieron asistencia a todos los sabios para mantener la estabilidad y la paz en el imperio. Estos estudiosos describen el desequilibrio económico y, a la postre, la guerra civil, cuyo desenlace fue en varias ocasiones el control de un poder extranjero.

Con la ‘paz’ (más bien tregua), se genera mayor diferencia social y la miseria alcanza a un cada vez mayor número de gente que se rebela. Tal como recoge el estudioso húngaro, Balazc, el proceso económico es detallado por aquellos sabios de la siguiente manera: la mayor afluencia de bienes superfluos devalúa los bienes necesarios y los que tenían una pequeña tierra solo trabajan para comer, una mala cosecha les lleva a vender las tierras, hacerse jornaleros, los jornaleros aumentan, sobran y muchos se marginan….y van a las montañas hasta que consiguen un líder militar….. Esta percepción se expone también con el solemne comienzo de uno de los Cuatro Clásicos chinos, Los Tres Reinos: El imperio unido debe romperse, el imperio roto debe recomponerse. Pues a la revolución le había de seguir la restauración.

Este fenómeno nos lo describe semejante Amartya Sen en relación a la hambruna en India al señalar que la causa de estas hambrunas en las zonas rurales no es resultado de la escasez de alimentos sino del desequilibrio causado por la afluencia de las ciudades.

En Occidente la lectura económica es más confusa y no se identificaron sus procesos hasta el siglo XIX. Y estos, de Adam Smith a Marx, ponen su mirada en el estado como unidad productiva. De modo que, mientras en China la mayor preocupación de los funcionarios o confucianos era impedir la innovación y el capitalismo para contener en la medida de lo posible el inexorable crecimiento de la desigualdad, en los países europeos el surplus se podía exportar, de modo que unos países podían traspasar la miseria a otros. Y esto es lo que le pasa ahora a China. Antes colapsaba, ahora, una vez que se ha integrado en el mundo, inintencionadamente puede exportar el problema de desigualdad/miseria/seguridad y evitar el ancestral colapso propio.

La economía nos concierne y vincula a todos los humanos, pues todos sus aspectos están relacionados, pero nuestra acción se da en el ámbito de los estados en la forma de la contraposición de unos a otros. ¿Por qué? Porque las acciones no podían ser simultáneas en el pasado, cada uno toma las decisiones independientemente de los otros. Por eso el moísmo no pudo ser invitado, porque su propuesta carecía de práctica alguna para el estado chino.

Como la acción simultánea era imposible, la única acción posible del estado es unilateral y, dado que la economía afecta a todo el mundo, partía por un cambio paulatino, unilateral, una revolución, cuyo final sería el socialismo mundial, siguiendo el modelo de la Revolución Francesa.

La divergencia entre China y la Unión Soviética se produjo cuando Khruschev se posicionó por el apaciguamiento –la revolución/guerra se detenía. Mao y Stalin lo habían venido viendo claro -así como los regímenes fascistas habían visto también sus propósitos y maneras. Para Mao, la US con Khrushev se había convertido en “revisionista”, en una “burguesía de burócratas”, que dejaba su tarea a medias. La razón de Khrushev era, sin embargo, muy buena; la guerra final sería nuclear. En Moscú tenían a Mao por loco. Este hablaba de las zonas rurales revolucionarias…

A la postre el socialismo no ganó, en buena medida debido a la divergencia de los dos colosos y al acople de China con EEUU. La tierra para el que la trabaja resultó como siempre en la herencia de los revolucionarios.

Hoy, sin embargo, el estudio de Mozi tiene relevancia. Mozi bien advertía que la discriminación es violencia. Indiscriminación que no podía aplicar el estado, ocupado en la guerra, pero que podemos nosotras, las personas, porque podemos tomar decisiones conjuntamente y  también llevarlas a cabo al mismo tiempo, simultáneamente. Mozi lo dice claro, cada cosa por su uso. Las armas son para dañar, no debería haberlas. El resto de las cosas, todas para servirnos, unas son más beneficiosas para todos que otras, esas deben ser desarrolladas. ¿Por planificación/imposición estatal? No, porque el consumo es su recompensa. El placer de los cuerpos es inducido, luego no es nuestro motivo.

En nuestro estado actual de alarma, aunque lo es de aislamiento, no funcionaría si no se hiciera coordinadamente, de otro modo, fácilmente acabaría en la tragedia y en el caos. Pero aún sería mejor si las medidas, que conciernen a la seguridad, no las tomaran los estados por separado sino la humanidad en conjunto. Incluso si nuestra condición de separación en estados es sobrevenida y actual, no tenemos los individuos por qué negarnos a una cooperación más eficaz a la mano que sería para el beneficio de todos.

Y precisamente lo que aún podemos tratar juntos son las medidas económicas a tomar y su coordinación, pues el tratamiento de la pandemia afecta seriamente la economía global, pero en las condiciones de competición en las que nos hallamos, bien puede resultar en igualmente impedirnos tomar las medidas más adecuadas para el tratamiento y la salvación de muchas personas.

Los estados grandes se reúnen a veces para tomar decisiones globales, pero van a la defensiva. No deberíamos todos los humanos comprometernos con todos los humanos y de esta manera asegurarnos unos a otros que aquellos afectados reciben los cuidados adecuados sin importar a que estado pertenecen. ¿O es que este mal, la epidemia, es culpa del individuo? ¿Se lo merece? Solo en esos términos se expresan nuestras leyes. El virus, como la economía, siendo vinculantes nos pueden abrir los ojos.

Nuestra propuesta de un congreso de unidad humana quiere ser la práctica del uso del sentido común y la no discriminación con un formato abierto y transparente. Nuestra garantía es que si no hacemos simultáneamente las cosas, no se hacen. Es decir, que no se puede uno desarmar si no es conjuntamente, ¿no es necesaria para eso la transparencia? Mientras que para el resto de las cosas, ¿cómo podríamos cooperar si no compartimos la información?  Esta sí, de menos a más, como la revolución.

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