Hoy tenemos una alternativa a la miseria y calamidad del mundo: la unidad humana, basada en una Constitución Humana Universal a la que todos podemos tener como referencia base para nuestras relaciones. No perdamos tiempo, démosla a conocer y que entre en vigor. No hacerlo es aceptar el sufrimiento humano cuando ya no hay necesidad.

Al proponer desde HUM – Movimiento de Unidad Humana, una Constitución Humana Universal como medio de paz, armonía y bienestar humanos conviene considerar el caso precedente más semejante que es la Carta de los Derechos Humanos cuyo resultado, como era bien predecible, es que estos derechos, como cualquier derecho, solo podrían estar garantizados por aquel que tiene mayor poder militar o destructivo. Por ejemplo la OTAN puede intentar imponer la Democracia y los DDHH en Afganistán o Irak pero le cuesta más hacerlo en Rusia o China, ya que no tiene esa misma capacidad de invadir a estos países que cuentan con mayores recursos militares. En definitiva, nuestro sistema actual es semejante en cuanto al número de guerras, agresiones y miseria humana a cualquier otro del pasado con independencia de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Como ya he mencionado a veces, ya mostró Cervantes en El Quijote que “es lo mesmo las armas que la guerra” y que “sin paz no puede haber bien alguno”, pues su propósito era al igual que la picaresca denunciar el idealismo como manipulación, pero superando el Idealismo del Mal aún presente en la picaresca, que atribuye el origen del mal a la naturaleza humana, concretamente a la codicia y a la lujuria.

Actualmente la ONU propone los ODS, los llamados objetivos del Milenio que incorporan derechos económicos y refieren a problemas humanos comunes como la contaminación y el cambio climático, pero es igualmente previsible que no se lleven a cabo mucho más allá de la pleitesía que se les rinde en algunas señaladas ocasiones, como sucede también con los DDHH, pero no porque consigamos satisfacerlos o respetarlos. Vemos, sin embargo, por otro lado que el desarrollo militar como siempre aumenta cada año, el pasado estaba en 1,8 millones de millones de dólares y se pronostica un importante incremento en los próximos años, pues vemos también como aumenta la tensión entre Rusia y la OTAN, entre China y EEUU, un grupo naval de EEUU se dirige a Irán, este país también presionado por Israel y Arabia Saudí, no se resuelve el conflicto en Corea y otros conflictos siguen enquistados en Venezuela, Libia, Palestina, Siria, Líbano, etc. etc.

Por más que los medios de comunicación los califiquen de problemas de derechos humanos, de intereses capitalistas o simple saqueo económico, la realidad de los conflictos es solo y únicamente militar. Seguramente la causa de que sea difícil exponerlo en estos, sus propios términos, es que la conclusión nos lleva a que nuestras armas no son mejores que las del otro, por ese motivo el punto de vista desde el que estos conflictos se plantean son idealistas, figurativos, también podríamos decir: tonterías. Reivindicamos, pues, lo primero la inteligencia y el sentido común.

El problema con Irán es la amenaza que (el poder) de este país, brazo y sostén de la amplia comunidad chiita, representa para el mundo sunnita, liderado por Arabia Saudí, así como el peligro que proyecta hacia Israel, ambos socios de EEUU, amenaza que no se soluciona simplemente con que Irán renuncie a armas nucleares, tal como ya hizo para evitar las sanciones, le bastan otras armas que es capaz de desarrollar con su crecimiento económico para el que le basta la exportación de sus recursos naturales para amenazar a sus vecinos (tenemos que entender/recordar también que el problema de las minorías se genera en cuanto que el poder del estado es uno, no se puede repartir). Por eso, se da esta extraña circunstancia en la que es EEUU quien renuncia al acuerdo antinuclear insatisfecho con sus resultados. Mientras que en Corea del Norte la cuestión nuclear si es la clave, ya que solo su capacidad nuclear es disuasoria frente a EEUU que sostiene a Corea del Sur. Los conflictos en Ucrania, Venezuela, Georgia y Cuba son consecuencia de su cercanía con las superpotencias y su inestabilidad es debida a que son enclaves estratégicos para el posicionamiento o despliegue de armas de sus rivales, aspecto al que otras fuentes de tensión quedan subordinados. Y a esa relación de unas armas con otras podemos referir todo tipo de relación humana actual, incluso también en el interior de los estados.

No se trata tampoco de la economía; el desarrollo económico que nos parece tan importante para la vida o bienestar de las personas, es simplemente medida de la potencia armada de los países, la desigualdad o pobreza relativa es independiente del crecimiento y se mantiene prácticamente igual en países ricos o pobres con mayor o menor crecimiento. Así, las sanciones de EEUU a Irán, Cuba, Venezuela, Rusia o a Corea del Norte o a Cuba, o la guerra comercial con China tienen realmente el propósito básico de impedir que estos países se armen, aunque sea la población quien sufra por estos bloqueos, sanciones, etc. Y a su vez el desaforado desarrollo económico del mundo, la acumulación de capital también refiere al impulso por armarse y no a la ambición de los capitalistas u otra concepción idealista semejante. Precisamente, el hecho de que el mundo no sea capaz de encarar amenazas relativas al deterioro del medio ambiente, es una prueba de que el obstáculo para ello es el elemento destructivo y no el interés acumulativo al que apuntan las teorías económicas, pues este último si percibe el perjuicio que ese deterioro representa, lo que le llevaría a reaccionar y es de su interés un acuerdo para remediarlo, mientras que la amenaza de destrucción inminente o pérdida de potencia es lo determinante inmediato que impide cualquier otra consideración.

Del mismo modo, los llamados ‘avances sociales’ están viciados por esa relación de guerra absoluta. En este aspecto es esclarecedor como el Imperio del Mal, la Unión Soviética, luchaba, no solamente por los pobres de la Tierra, quinta columna hacia su hegemonía (como pueden ser los DDHH para Occidente), también luchaba por los derechos de los negros en EEUU tal como ahora los occidentales luchamos por los derechos de las minorías o separatistas en zonas rivales, como los derechos de los homosexuales por ejemplo en Rusia, etc. Difícilmente tenemos acceso a ese esfuerzo de los enemigos por liberarnos y en este caso del esfuerzo de la URSS por la liberación de los afro americanos, una vez que la URSS colapsó, hemos tenido casualmente acceso a esa información por la película ganadora del Oscar, The Green Book, en el que el coprotagonista es un afro americano virtuoso de la música clásica que va dando conciertos por EEUU. A este le educaron en Rusia para demostrar luego en EEUU a los negros que no eran inferiores. Seguramente no fue esta una influencia menor en el exitoso movimiento de liberación de la gente de color en EEUU, pero esa influencia o interferencia de la superpotencia rival también quizás tuvo un peso en el asesinato de Martin Luther King, el líder del movimiento de liberación de los negros, cuando este se posicionó contra la guerra de Vietnam. Igualmente, no tiene sentido pretender que las redes, las comunicaciones no queden bajo el control de los estados velando por sus propios intereses en todos los lugares del mundo.

Es hora, pues, de abrir los ojos, ver las cosas como son y no tratarlas en términos idealistas como avances históricos de los Derechos, o ideales absolutos como la Democracia o los Derechos Humanos u otras ideologías o figuraciones, incluidas las terminologías religiosa o económica, o cualquier otro ideal, como la lucha por el cambio climático, etc. pues es imposible que estas figuraciones o proyecciones no quede viciadas por las relaciones de armas consigo mismas, de las que el ser humano es un simple peón, por tanto es preciso, primero plantear el mundo en términos realistas, reales, percibiendo que el problema que todos encaramos y que todos conjuntamente debemos resolver son las armas y su efecto divisorio determinante sobre nuestra existencia al que todo lo demás queda subordinado, por lo que pretender resolver otros asuntos mientras se obvian las armas es simplemente un ejercicio inútil y solo lleva a la melancolía. Mientras que poner las armas bajo control nos beneficia a todos sin excepción, también al más poderoso actualmente, EEUU, que se ve en la necesidad de hacer lo que ciertamente no desea, amenazando, luchando y matando aquí y allí y dedicando sus recursos al armamento.

Ciertamente que no se puede hablar de ello en el ámbito del estado, de la política, y así sucedía hasta hoy día que era inviable, pero hoy al levantar una voz –de las personas, no de los estados- que traspase fronteras es el discurso adecuado y el camino hacia el fin de la miseria humana. No hay otro problema entre los humanos que las armas, por eso es esencial que demos el paso de ponerlas bajo control. Si controlamos las armas, la libertad de los palestinos no es una amenaza para Israel, Irán no es una amenaza para los sunitas ni para Israel, e Israel dejará de tener que someter a los palestinos, ni los estados periféricos de las potencias serán peones estratégicos de las otras potencias. Y el desarrollo será para el beneficio común, humano, para liberar a gran parte de la humanidad de la miseria e integrarla en la comunidad humana en lugar de la falsedad de desarrollo absurdo en el que vivimos basado en la obsolescencia programada o sistema de generación acelerada de basura.

Por eso, insisto, lo que nos urge, tal como propone la Constitución Humana Universal es poner a todas las armas bajo un único mando. Céntrate en eso amigo si quieres un mundo humano, un mundo bueno, no perdamos el tiempo en otros propósitos atribuyéndolas ese objetivo, pues será inútil. Comprendido y entendido que lo que se necesita y se trata ahora es difundir y promover la necesidad de la Constitución Humana Universal para que sea motivo de la conciencia y consideración de todos y desde ese conocimiento y conciencia lleguemos a un acuerdo libre y universal para que esta entre en vigor.

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