Estimados amigos de Aipaz, Ana Barrero Tiscar, Pamela Urrutia, Susana Fernández, Maria Oianguren, Irene Comins, Juan Manuel Jimenez Arenas, Pere Ortega Grasa, Jordi Palou,

Mi nombre es Manuel Herranz, doctor en filosofía por la UAM e investigador autodidacta de la paz desde los años 80 y me dirijo a su asociación deseoso e interesado en compartir con ustedes el resultado de esos estudios.

Según mi entendimiento, la causa de la guerra son las armas, “que es lo mesmo decir armas que guerra”, tal como dice Cervantes en el capítulo XXXVII en el discurso de las Armas y las Letras.

La paz es, por tanto, el desarme; una solución muy radical pero, al tiempo, la única. Otras opciones si no nos mantienen en la guerra, nos ponen a la espera de la misma en el máximo desarrollo del arma (como también ve e ilustra Cervantes en su discurso en el que elabora el proceso del si vis pacis parabellum), pues el arma no puede ser compartida, universal.

Precisamente al ser universal, se disuelve sin tener a otra enfrente. Por ello asumo y propongo universalmente mi mando sobre todas las armas, pues de otro modo no las controlamos sino que nos condicionan ellas a nosotros.

Y así sucede con toda propuesta de paz que no refiere al desarme; que se pone al servicio de unas armas frente a otras. Por ejemplo, la paz de las democracias occidentales se manifiesta como oposición a los países autoritarios del Este, no tiene otra opción.

Sin embargo, la primacía de la unidad humana en base al sentido común humano y no de su sumisión al arma, es una percepción de muchas personas inteligentes en la historia, tal como he tenido ocasión de ver en mi estudios, precisamente por ser autodidacta; su expresión ha sido principalmente el Cosmopolitismo en Occidente o el Moísmo en China. Ambos basados en la percepción de que si los humanos tomamos las decisiones inclusiva y conjuntamente, lógicamente acabamos con el daño mutuo (nos desarmamos) y solo buscaremos el bien común.

Ambos cosmopolitismos fueron rechazados teóricamente con la referencia a la propiedad privada, que no puede existir sin la protección del arma o estado, así lo experimentaron los seguidores de Zenón (puede verse, por ejemplo, Estoicismo y Política, de José Solana Dueso), y en esos términos critica Mencio a los Moístas –basta leer el primer párrafo del Libro de Mencio, libro que está básicamente dedicado a rebatir el Moísmo para reivindicar el Confucianismo.

Y este es el estado actual de la cuestión; la economía es la ideología predominante, ya sea entre el ámbito liberal como el socialista, pero realmente lo que sucede es que las propuestas de paz necesitan partir de la existencia de la unidad armada o estado para poder ser publicados. (Tal como le sucedió a la Paz Perpetua de Kant, la versión admitida actualmente como cosmopolitismo de las soberanías –algo contradictorio con el cosmopolitismo. Les copio abajo unas citas para que se vea claro el sentido del cosmopolitismo)

En el Mòzǐ, concretamente los Neo-moístas, vemos ya que estos no quedaron impresionados por la existencia de la propiedad privada, pues advierten que todos los humanos compartimos el mismo sentido común (el logos) que nos viene dado por la finalidad de las cosas, de modo que nuestra relación con ellas es objetiva, la finalidad de todo objeto nos muestra cómo, por quien, cuando…..debe ser usado para el bien común. Y sin la existencia de las armas (que es lo único cuya finalidad es el daño) ese uso común se sigue con naturalidad.

De la misma manera que actualmente, de la existencia de las armas se sigue la propiedad privada también con naturalidad, como su consecuencia. Y así, por el contrario, del desarme se sigue la comunidad. Esto no quiere decir que no haya un uso estrictamente personal (que podríamos llamar privado), pues esto lo asume también el sentido común, pero no propiedad privada de los recursos como tal, cuya expresión real es la soberanía; es decir; la propiedad privada de los recursos es realmente el servicio de estos a una solo unidad armada -y no al revés.

En efecto, solo las armas son necesariamente unas contra otras y los seres humanos no son, curiosamente, sino sus instrumentos, sus marionetas. Incluso cuando se usa la palabra públicamente, incluso la palabra paz que no es desarme, siempre trabaja y se posiciona por el arma a la que ineludiblemente sirve.

Pero, así ya también en los estudios neo-moístas se prevé la paz –la comunidad, el amor universal- como una función de la universalidad, cuando la palabra pueden alcanzar a todos los seres humanos- y por ello en su tiempo de un mundo incognito se debate sobre los límites del mundo y del número de los humanos, a los que debe plantearse si aceptan el uso del sentido común (Canon II 174,175, 176), que es el amor universal –en lugar de la violencia o la guerra. Y la respuesta la dan por hecha. Y esa es la pregunta que te hago ahora a tí -y a todos en el mundo.

Pues el tiempo de la universalidad, de la interconexión global que permite el desarme universal y simultanáo, es nuestro tiempo, por eso me dirijo a ustedes para, si no encuentran objeción, me faciliten la palabra para hacer esa pregunta, una palabra que basta para la paz, pues al poder hacerla universal ya no perjudicamos a nuestro estado como en el pasado- y si tienen objeción, creo que al menos para quien clama por la democracia y los derechos humanos como ustedes, y además investigadores de la paz, puedan darme la ocasión de plantear la pregunta al menos para debatirla.

Espero que puedan entenderme bien, pero insisto en quedar a su disposición también para aclarar lo que precisen y a la espera de su respuesta.

Cordialmente

 

Manuel Herranz

 

Plutarco sobre la “perdida” República de Zenón, obra fundamental del fundador del Estoicismo.

“De cierto la muy admirada República de Zenón, fundador de la secta (aunque doctrina más popular del siglo III ac hasta el III dc) es¬toica, se resume en este único principio: que no vivamos separados en comuni¬dades y diferenciados por leyes de justicia particulares, sino que consideremos a todos los hombres conciudadanos (pántas anthrópous hegómetha demótas kaì polítas) de una misma comunidad y que haya una única vida y un único orden para todos como un rebaño que se cría y pace unido bajo una ley común (nómoi koinôi). Esto lo escribió Zenón como si modelara un sueño (ónar) o una imagen (eídolon) de un gobierno y de una buena constitución filosófica; pero Alejandro, en cambio, suministró a la palabra la acción” (Fortuna de Ale¬jandro 329a).

 

Sentido del cosmopolitismo de Mozi. (obra recuperada gracias a que fue ocultada e incorporada a la ‘patrología’ Taoista:

El asesinato de una persona es considerado injusto e incurre en pena de muerte. Siguiendo este discurso, el asesinato de diez personas será diez veces más injusto y debería equivaler a diez penas de muerte; el asesinato de cien personas será cien veces más injusto y debe equivaler a cien penas de muerte. Todos los caballeros del mundo saben que deben condenar esas cosas, calificarlas de injustas. Pero cuando se trata de la gran injusticia de los estados que agreden a otros no saben que deben condenarlos. Por el contrario, los aplauden y los califican de justos. Así que son ignorantes de lo que es ser justo. Por ello, han registrado sus juicios para la posteridad. Si ellos hubieran sabido que era injusto, ¿Por qué hubieran registrado sus falsos juicios para legárselos a la posteridad? Ahora, si hay una persona que tras ver un poco de algo negro, dice que es negro, pero cuando ve mucho negro dice que es blanco, entonces es que no conoce la diferencia entre blanco y negro. Si, supón que tras probar algo un poco amargo uno dice que es amargo, pero, tras probar algo muy amargo, dice que es dulce; entonces tenemos que decir que no conoce la diferencia entre amargo y dulce. Así que cuando se comete algo en alguna medida es injusto la gente sabe que debe condenarlo, pero cuando se comete una gran injusticia como atacar a otro estado la gente no sabe que debe condenarlo. Por el contrario, se aplaude y se considera justo. ¿Puede decirse que se conoce la diferencia entre lo justo y lo injusto? Por lo tanto sabemos que los caballeros del mundo están en confusión sobre la diferencia entre lo justo y lo injusto (Mòzǐ, Libro V. Condena de la Guerra Ofensiva, I, 2)

 

Mòzǐ dijo: Quienquiera que condena algo tiene que tener los medios para cambiarlo. Si condenan algo sin tener los medios para cambiarlo, si critican sin ofrecer una alternativa, es como intentar detener una inundación con agua o apagar un fuego con fuego. Sus explicaciones no tienen valor. Mòzǐ dijo: La universalidad debe sustituir a la parcialidad. Pero, ¿cómo puede la parcialidad ser reemplazada por la universalidad? Mòzǐ dijo: Si la gente considerase los estados de los otros como consideran al propio…… (Mòzǐ, Libro IV, El amor universal, III, 2)

[show_pintar_pie]