Hacer el mal -es decir, dañar a otros- no nace de la voluntad humana sino de la existencia del arma en la naturaleza a la que los seres humanos tuvieron que adaptarse, tratando de hacerla lo más mortífera posible y organizándose en unidades armadas.

El arma es la causa de la guerra (un objeto para matar y no otra cosa), cuyo objetivo siempre es, como dice Clausewitz, desarmar/destruir las armas del enemigo para ponerlo o mantenerlo a merced (que es el efecto normal del arma sobre los humanos que anticipan la muerte).

Una prueba clara de que el mal es involuntario es que la destrucción mutua es obviamente la peor manera de resolver las diferencias, pero siendo esta una opción se transforma en la única y realmente el arma misma es la causa de la división y la diferencia humana.

Y el alto el fuego, pese a lo beneficioso que es para ambos bandos en contraste con la destrucción mutua, no cabe ser sino solo un momento de rearme, porque otra cosa sería a ofrecer al enemigo lo que precisamente se propone conseguir con la guerra, desarmar al otro.

EL BIEN COMÚN

Ahora, la paz se sigue entonces de la simple coexistencia o unidad humana, de la toma de decisiones incluyente que, consecuentemente, previene y evita el arma, o lo que es lo mismo: genera el bien común, pues el dividendo de la paz/del desarme es indivisible, lo mismo que un arma resulta en todas las armas posibles del mundo.

Por ejemplo, el ahorro de los 2,5 billones que se gastan al año en desarrollo armamentístico son un bien común, pues no pueden ser generados por uno, ni por una parte, ni por la otra, sino por la Humanidad. Y esos 2,5 billones son una nimiedad en el dividendo total de la paz, que es la comunidad humana.

LA PAZ AHORA

Pero, hay que entender que, así como la condición del bien común es la universalidad, esta no ha sido posible hasta nuestro tiempo. Y aunque personas discretas y sabias del pasado han tenido entendimiento del bien común o de la paz como inclusividad, cosmpolitismo, humanidad o universalidad, como su propuesta no podía tener alcance universal, la publicidad de su percepción solo debilitaba a su propio estado, por lo que este no ha consentido y ha ocultado o tergiversado esta comprensión y por eso no tenemos noticia pública de la paz. (El efecto -virtual- del arma, es el tema del Quijote, por ejemplo, y este vínculo espiritual humano lo ve, por ejemplo, Mozi, quien dice que el Amor Universal, que es como se llama su doctrina, es la Voluntad del Cielo, voluntad no en el sentido de ordenanza sino que es en la disposición que nos pone ese vínculo espiritual o virtual que va más allá del hecho, de que, por ejemplo, el arma puntualmente mate pero virtualmente nos afecta todo el tiempo privándonos de libertad y de medios). Y los moístas ven también que el problema principal que ellos encaraban era no saber los límites del mundo o si los tiene….por eso se tenían que conformar en decir que era la Voluntad del Cielo.

Pero obviamente la ignorancia sobre los límites del mundo ya no es el caso hoy, por lo que, dado nuestro alcance universal, podemos y debemos mostrar lo que es la paz a los demás y dejar de contribuir al mal, la agresión, el sufrimiento y la miseria continúen como si no hubiese alternativa como en el pasado. Y la difusión de lo que es la paz: la convivencia, unidad humana o toma de decisiones incluyente, es todo lo que se necesita para lograrla pues, por lo demás, la propuesta es abierta, transparente, sincera, responsable, como no puede ser de otro modo lo que trata el bien común.

DA LA PAZ

Para su práctica, convocamos un Congreso de Unidad o Humanidad en 2025, precedido por un Dia de la Humanidad en 2024 fecha tope en el que las fuerzas armadas del mundo hayan cesado su actividad y desarrollo, de modo que todas las personas puedan participar en la preparación y organización abierta y transparente del Congreso, pues si nos mantenemos al servicio del enfrentamiento y desarrollo opuesto de las armas, el Congreso sería como la ONU, una representación (jerárquica) de las unidades armadas, pero no de la Humanidad.

El Congreso se asegurará de que la toma de decisiones humana sea incluyente, lo que quiere decir básicamente que sea pública, incluso aunque la mayoría sean subsidiarias, es decir, las toman aquellos a los que les conciernen. Y, principalmente, el Congreso asume responsabilidad por la seguridad humana común y sirve de medio en el proceso de desarme o creación del bien común, finalmente de la comunidad humana. También puede inicialmente hacer justicia humana, recompensar a quien más beneficie a los demás y a la Humanidad, pero en ese nuevo entorno de unidad, nos adaptaremos igualmente a él y, debido a la influencia mutua y a nuestra natural inclinación a ponernos en lugar del otro, asumiremos el interés de los otros y de la Humanidad como propio.

ENSEÑA LA PAZ

La paz llega porque nos pone ante una elección muy fácil; el bien o el mal. Basta pensar, comprender y compartir qué es la paz, comprender que la consecuencia de un arma son todas las armas posibles y que el arma nos enfrenta y hace a todos los humanos por igual sus esclavos y que la unidad humana o inclusividad universal genera el bien común, no mediante la imposición, ni es uniformidad, es la liberación mutua y universal del mal, del arma.

¿Quién puede preferir el mal que lo es para todos por igual y, por tanto, también para sí mismo? ¿Quién fabricará entonces un arma o quién permitirá que otro la fabrique o quién permitirá que algunos se organicen en unidades armadas? Y quien entiende la paz, que esta es posible, ¿no se se la enseñará a los otros?

 

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