Espero que estas líneas sobre un gran maestro del cultura occidental, Cicerón, tengan más efecto que las que suelo escribir basándome en la filosofía china de Mozí, pues quizás lo que escribo de China causa cierto rechazo o genera menos atención entre los lectores aquí que han de ser en su gran mayoría occidentales o, en todo caso, Occidente será su referencia.

Igualmente, espero que comprendas con esto la seriedad, seguridad y certeza con la que hablo al proponer la reforma de la ONU, pues ¿Qué puede ser más prueba de la verdad que la coincidencia absoluta del juicio de los sabios de Oriente y de Occidente sin ningún tipo de comunicación entre ellos? Algo que además es manifestación del sentido común que compartimos todos los seres humanos.

Lo que no sé, amigo, es cómo actuar o que más hacer para llevar este pensamiento claro y distinto sobre la paz y la concordia humana a la práctica, por tanto, lo único que requiere es darse a conocer, compartirse, lograr publicidad, y nadie parece darse por aludido, ni recibo likes, ni paradójicamente se comparte un conocimiento que no dudo nos es conveniente a todos sin excepción y que tiene la capacidad de salvarnos para siempre de la miseria en la que estamos hacia la que no te quiero ni siquiera torcer la mirada.

Y creo que todo se debe a que la política es el medio del estado para corromper al ser humano, es decir, para negarle su humanidad en favor de su violencia.

Hemos expuesto aquí varias veces el cosmopolitismo chino de Mozi, la llamada política del Amor Universal, cuyos maestros y libros fueron quemados por el estado Qin una vez que unificó China, sus textos fueron conservados ocultos entre la Patrología Taoísta, y aún su doctrina se conoce muy sesgadamente y por lo bajo en la China actual, y aunque me dirijo a sus eruditos allí nadie quiere hablar conmigo de Mòzǐ.

La doctrina de Mòzǐ conocida como la Política del Amor Universal dice que los humanos por naturaleza condenamos unánimemente el mal, el daño a otro, así si se le roba o mata, etc., pero entre los estados es glorioso matar por miles o millones y robar cuanto se pueda, por eso señala que los humanos simplemente tenemos que convivir, compartir la misma comunidad y su consecuencia lógica será el Amor Mutuo. Así como la causa del odio y de la confrontación es la división o parcialidad.

El mismo pensamiento que el cosmopolitismo occidental, surgido tras la muerte de Sócrates, momento en el que no pudo ocultarse más la maldad de la política y todas las escuelas libres, cirineos -precursores de los epicúreos, cínicos -precursores de los estoicos, salvo la de Platón, al que la polis le financió la Academia, se hicieron cosmopolitas compartiendo la misma idea de Mòzǐ de la necesidad de los humanos de convivir en la misma comunidad.

La obra del fundador del estoicismo, Zenón, se ha «perdido» desgraciadamente pero Plutarco nos la expone claramente:

«La tan admirada República de Zenón, primer autor de la secta estoica, apunta únicamente a esto, que ni en las ciudades ni en los pueblos debemos vivir bajo leyes distintas unas de otras, sino que debemos considerar a todas las personas en general como nuestros compatriotas y conciudadanos, observando una forma de vida y una clase de orden, como un rebaño que se alimenta con iguales derechos en un solo prado común. Este Zenón escribió, imaginándose, como en un sueño, un cierto esquema de orden civil y la imagen de una comunidad filosófica” (Plutarco, Fortuna y virtud de Alexandro, I, pagina 240)

El caso es que el cosmopolitismo no tiene una forma política, ni es un sistema de mando ni puede tener lugar en el marco del estado, ya que es un sistema de libertad, por eso en la propuesta de reforma de la ONU como órgano de la Humanidad no hay imposición de unos sobre otros, ya de mayorías o de minorías, sino libre cooperación por el beneficio común.

Es curioso que actualmente se estudia el estoicismo dejando de lado su concepto nuclear, la unidad o convivencia humana y se presenta como una doctrina de la virtud, una doctrina subjetiva, “la Cosmópolis interior”, tal como particularmente nos la han transmitido relevantes políticos romanos, así Cicerón, Séneca o Marco Aurelio, ya que asumían la impotencia del cosmopolitismo como práctica política y lo transformaron en una doctrina de la mente que les servía para reconciliarse subjetivamente con el universo, mientras que se obvia el aspecto objetivo básico de su fundador Zenón. Ya he expuesto aquí también que esa impotencia era debida al desconocimiento y la incomunicación de los humanos en el mundo antiguo, algo que no sucede en la actualidad.

Pese a que efectivamente el cosmopolitismo no tiene forma política, poco a poco voy encontrando textos que refieren a lo que sería la «forma política» o forma de relación humana en el seno de la comunidad cosmopolita y esta coincide con la visión de Mozi en el concepto de lo “útil”, la idea de que todo, menos las armas, lo que es para el daño, es para servirnos.

Y lo he encontrado en diversos textos sueltos sobre los escolares estoicos y particularmente el texto de Cicerón Los Oficios (De officis), que considera su obra maestra y dedica a su hijo: “lo que la tierra produce es dado todo para provecho de los hombres, y éstos a su vez son engendrados para utilidad de sus mismos semejantes a fin de que puedan hacerse el bien los unos a los otros”. Repare el amable lector que la propuesta de Reforma de la ONU fue compuesta sin el conocimiento de estos textos (aunque si los de Mòzǐ).

Los Oficios tiene por objeto mostrar que «la utilidad y la honestidad es lo mismo», por eso digo arriba que la política corrompe, pues fuerza a la deshonestidad, como resultado de la parcialidad. Recojo aquí algunos párrafos y juzgue el lector por si mismo.

Señala Cicerón: «hemos sabido que Sócrates solía maldecir a los que primeramente separaron con el pensamiento estas cosas unidas por la naturaleza; a cuyo parecer ciertamente se conformaron los estoicos, opinando que todo lo que fuera honesto sería útil. y que nada sería útil que no fuera honesto.” O “En consecuencia, todos deben tener un solo propósito: que sea la misma la utilidad de cada uno y la de todos; porque si cada quien la toma para sí, se deshará todo el consorcio humano. Y si además la naturaleza prescribe esto: que el hombre quiera que se mire por el bien del hombre, quienquiera que éste sea, por la sola razón de que es hombre, de acuerdo con la misma naturaleza es necesario que la utilidad sea común a todos. Si es así, todos estamos comprendidos dentro de una sola e idéntica ley natural; y si a su vez esto es así, ciertamente nos está prohibido por la misma ley ofender a otro. Lo primero es verdad, luego también lo último. (De officis, Libro III, VI)

Es fascinante también como Cicerón, al que no había leído hasta ahora, aunque seguramente lo leyó bien Kant, vincula ambos conceptos incluso en los casos más dudosos, de los que nos pone muchos ejemplos, con la publicidad, que insisto aquí, es la garantía del bien común y la garantía del funcionamiento de la Reforma de la ONU. Por ejemplo, al tratar el caso de un mito de Platón sobre una persona que encuentra un anillo que le hace invisible y esto le lleva a ser rey tras cometer una serie de crímenes, aquellos a los que se pregunta como actuarían ellos, y los hay que dicen que actuarían como aquel, Cicerón argumenta:

“Cuando preguntamos qué harían en caso de poder ocultarlo (el mal), no preguntamos si pueden ocultarlo, sino que en cierto modo los acosamos para que, si responden que harían, garantizada la impunidad, lo que les conviniese, confiesen que son criminales; y si lo niegan, concedan que todo lo malo por sí solo debe evitarse.” (De officis, Libro III, IX)

Así pues, dice Cicerón que “nada es útil que no sea honesto; y no porque es útil es honesto, sino porque es honesto es útil” (De officis, Libro III, XXX). La misma concepción que Antípatro, otro estoico que dice: “los principios naturales que informan todo nuestro ser y que debemos seguir y obedecer, ¿no nos están diciendo que nuestra utilidad es la utilidad de todo el mundo y que la utilidad de todo el mundo es nuestra propia utilidad?” (III 12).

La política fomenta el odio. Como dice Karl Smith, un estado se forja frente a un enemigo. ¿Es Rusia realmente una amenaza para Europa? ¿O es el enemigo necesario para forjar Europa, me refiero a su potencia armada, que es lo que es un estado? Lo mismo me da que me da lo mismo.

La reforma de la ONU para constituir la unidad humana refiere a lo útil, y no tiene nada que ver con narrativas, figuraciones, ritos o creencias, que no desempeñan papel alguno sino para ocultar el mal, que es el arma, lo contrario de lo útil, pues su utilidad es destruir, es decir, negar lo útil.

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