EL ARTE DE LA GUERRA DE SUNZI Y EL ARTE DE LA PAZ HOY
Comparto la Presentación de un curso que voy a impartir online en CEDEGYS
(Ni que decir tiene que si os animáis o conocéis a quien le puede interesar, sois bienvenidos)
El Arte de la Guerra
El Arte de la Guerra de Sunzi comienza así:“兵者,国之大事,死生之地,存亡之道,不可不察也。””La guerra es el gran asunto del estado, su vida o su muerte, el camino a su salvación o su ruina, por lo que es su prioridad”. Y añade: 兵者,诡道也 “El arte de la guerra es el engaño”, pero, en contra de lo que podría pensarse, no se engaña solo al enemigo, sino principalmente al pueblo, al que se sitúa en la precariedad como medio para su manipulación o gestión y del que se necesita y busca además que ponga voluntariamente su vida en manos del líder. Al compararlo con La Ilíada, de la misma época, igualmente dedicado a la guerra y con el mismo carácter fundante para la civilización occidental vemos que generalmente el engaño en Occidente se basa la figuración, mientras que en Oriente en la ocultación. Pero, por ello, sabemos que la paz ha de buscarse en la verdad, en el desengaño y el desvelamiento.
El Arte de la Paz
La paz no es (solo) la ausencia de guerra sino el desarme, pues el mal -el propósito de daño y la injusticia- es el arma, que no es causa de la guerra sino, como dice Cervantes “lo mismo que la guerra”.
El arma es la injusticia, porque la necesaria pertenencia humana a un arma (unidad armada o estado) se hace mediante incorporación en un sistema de total desigualdad o jerarquía, que se generaliza y agudiza mutua y universalmente, pues estamos forzados todos a organizarnos de esa forma, so pena de ser absorbidos o sometidos en la parte más baja de otra pirámide.
La existencia del arma es la guerra absoluta, ya que un arma equivale a todas las armas posibles y a las más dañinas posibles, y cuando la amenaza entre ellas no es decisiva para establecer el sometimiento o rango se sigue la guerra (caliente) –“el intento o acción de desarmar al enemigo”, según dice Clausewitz.
El arma es por sí misma (o unas armas por otras), no depende del ser humano, al que no le cabe más que incorporarse o someterse a (la finalidad del arma) el mal y matar (o morir sobre todo como desertor) de modo que la unidad armada se extiende y consolida principalmente en función de la geografía que pone límites entre ellas.
La condición de la paz o desarme es la participación de todos y cada uno de los humanos, universalidad de la que se carecía en el pasado en un mundo ignoto e incomunicado y, en consecuencia, el entendimiento de la paz como relativa a la humanidad ha sido perseguido, ocultado y tergiversado, pues solo debilitaba al estado, pero hoy es ya posible en nuestro mundo globalizado. Aunque, ciertamente, el estado (la violencia) no puede ser agente de la paz, pero tampoco se opone, pues solo tiene sensibilidad mecánica, relativa a la fuerza.
En ausencia de violencia, la gestión tanto del desarme -que es la unión o universalización de la humanidad- así como nuestro ‘gobierno’, consiste y tiene su garantía en la publicidad de las intenciones o propósitos de lo que afecta/concierne a los demás (comenzando con este), pues, salvo las armas, todo es para servirnos y acorde con el sentido común. Dado que un arma son todas las armas y para el desarme es necesario el acuerdo y la participación de todos los seres humanos sin excepción, así se genera indivisible el bien común, tanto de lo que de inmediato ahorramos en armas como en el resultado del desarme, que es la Comunidad Humana.