He mantenido estos días alguna conversación con personas cultas, eruditas e inteligentes y cuando les hablo de las armas, se despeñan en un abismo oscuro, insondable que me demuestra su confusión e incluso infantilismo, de modo que les dedico con cariño este post
LA REUNIÓN DE LAS G20
Estamos viendo continuas reuniones de los líderes mundiales, la última los de las G20. Biden continua el viaje a Vietnam para buscar aliarle contra China y Kim a Vladivostok; el propósito ineludible y real de los líderes de las unidades armadas reunidos en India es someter a los otros mediante su capacidad de destruirlos, pero, lógicamente, no van a reunirse para hablar de eso, a compartir allí su trabajo y motivación real. Eso lo harán privadamente y acaso en otros foros más reducidos, en Dehli hablan de otras cosas, aunque ciertamente todos saben de la retórica.
Para las unidades armadas, la paz es el alto el fuego, es decir, un breve estado y tiempo en el cesa la matanza y la destrucción que se dedica a rearmarse y a intentar impedir que lo haga el otro y a debilitarle tanto como pueden -y la guerra es luego básicamente siempre la prevención de ese rearme.
Se llama paz a ese estado porque esta se incorpora junto al dominio de una de estas armas, que niega así su amenaza y propósito de máximo daño posible al otro, lo que disimula con palabrería que hace confesar y que muchos se además se creen.
De modo que hablan de justicia, derechos humanos, de cambio climático, de desarrollo, etc., pero es el arma más destructiva la que imparte justicia, derechos (humanos o de otro tipo), fondos o financiación (la impresión de IOUs) para el desarrollo y todo lo demás, siempre además necesariamente dirigido a su rearme y al debilitamiento del otro, por ello las potencias nucleares son los líderes del mundo; las que imparten esa seguridad y justicia.
En cuanto a la seguridad, el documento que han producido estas 20 unidades armadas principales refiere a que nadie debe invadir a otros países (como dice la ONU), sin embargo, esas 20 unidades armadas son los principales productores de armas y como las otras unidades armadas más pequeñas son dependientes de esa producción, hablar de la independencia de los países es tontería, pues esas unidades armadas pequeñas dependen del suministro de las productoras para existir. Pero lo peor es que habitualmente las potencias rivales suministran armas a las facciones que sirven a sus intereses tal como es el caso de Siria o en Ucrania ahora, o en la práctica totalidad de los países africanos. Peor aún, las 20 grandes ni siquiera necesitan invadir a nadie, pues van a comprarles armas directamente y a hacerse dependientes de ellas y si esas armas grandes tienen algún interés en esos territorios simplemente suministran armas a la facción rebelde que les interese, o si no, ellos mismos crean esa facción gastando muy poco dinero dada la necesidad de la gente en esos países.
Pero si en lugar de al servicio de las armas, las miramos como personas sin acatar la estupidez, la brutalidad y la inhumanidad que estas nos imponen (para seguir ejercitando la guerra, de la que somos la carne de cañón), obtenemos plena claridad y certeza de que la paz es la inclusividad universal, la convivencia natural con los otros, a los que informamos y compartimos nuestros propósitos y cooperamos para el bien común, pues obviamente la toma de decisiones incluyente previene y evita el propósito de daño (las armas, el mal) y solo trata del bien común.
Por eso convocamos un Congreso de Unidad Humana en 2025 que asuma responsabilidad por la seguridad humana común, propiamente el desarme, y se asegure que todas las decisiones sean incluyentes. Por defecto, eres carne de cañón de un arma y así enemigo de la Humanidad, pero ahora puedes ser amigo de la Humanidad apoyando el Congreso. Elige esto último, claro.