Buenos días, amigos.
Soy Manuel Herranz Martín, presidente de HUM, Human Unity Movement
OS INVITO A CELEBRAR LA RECONCILIACIÓN HUMANA Y A LA PAZ EL 30 DE ENERO DE 2025
El plan es difundir todo lo posible esta propuesta de paz hasta el 30 y según quien la acepta la comparte, y en ese día asegurarnos ya de su difusión universal para, si hay acuerdo, comenzar con el desarme.
Definición y entendimiento de la paz
La paz no es (solo) la ausencia de guerra como se asume habitualmente sino el desarme, esto es, la renuncia a la ‘mala voluntad’, o intención y proyección de destrucción del otro objetivada en el arma de modo que inevitablemente se le priva así de libertad, esto es, de voluntad propia -algo que, lógicamente, nos es imposible de aceptar. De modo que la simple existencia del arma, presente en la naturaleza ya antes de la aparición del ser humano y a la que este tuvo que adaptarse, nos pone irremediablemente y en contra de nuestra voluntad, interés y conveniencia en situación de guerra ‘absoluta’.
El arma y el estado
Esa intención de matar y destruir se manifiesta en la hoja y la punta de la espada, en la explosividad de la bomba, etc., pero no, por ejemplo, en un cuchillo de cocina o una piedra que, aunque podrían usarse como armas, no tienen propósito de daño y, en consecuencia, no nos alarman, mientras que, por el contrario, la intención de daño del arma no es abstracta o casual como se pretende sino concreta y adaptada a las condiciones del otro para poder causarle el máximo daño posible.
El desarme no solo ha sido imposible sino impensable hasta ahora, ya que solo puede ser universal, pues un desarme unilateral equivale a la rendición, es decir, a seguir sirviendo al arma, solo que a otra. Y aunque muchos sabios del pasado entendieron la condición humana, el estado no ha permitido la publicidad de ese conocimiento ya que, además de no ser viable, debilitaba a ese estado en particular. Esto debe servirnos de advertencia ahora y hacernos ágiles y decididos, con la conciencia de que, así como compartimos este conocimiento llevamos a cabo la paz, pues la duda y la demora puede resultar en la disolución de este entendimiento por la ineludible propaganda hacia el rearme de los estados, pues su actividad es la guerra.
Los humanos servimos al arma incorporándonos forzosamente a ella en su forma de unidad armada, un sistema de injusticia o desigualdad total mediante su forma piramidal, la jerarquía, tanto en el ejército como en el estado, que incluye una asignación desigual de medios para vivir, de modo que se establece cadena de mando movida al modo mecánico por la fuerza, pues esta es la forma de contener a las otras armas también organizadas implacablemente del ese modo.
El arma determina la realidad, pero no al modo supuesto de una figuración ideológica, al contrario, precisamente las figuraciones ideológicas se abstraen de la realidad y así hacen con el arma, desligándola de su relación con el ser humano, ocultándonos así la empatía y anticipación que nos es común y que nos mostraría el arma como causa de la guerra absoluta. Pues el estado necesita diferenciarse para acometer genocidio sin cuestionarse y es el que hace confesar esas figuraciones en sus escuelas, que no tienen base en el sentido común. El efecto del arma lo siente o experimenta real y directamente cada ser humano, pues de otro modo sería ineficaz; la percepción de la posibilidad de ser dañados y destruidos que el arma nos proyecta nos lleva a, además de confesar esas figuraciones, trabajar, pagar multas, impuestos, etc. Y ese propósito que es daño real en el ser humano del arma la hace necesariamente ‘privada’ y todo es privado por tanto está a su servicio.
La comunicación de la paz
Sería contradictorio pretender imponer la paz por fuerza, la paz solo puede lograrse mediante el libre acuerdo cuyos términos son entendidos claramente. Y, precisamente, tanto la demonstración como la garantía del desarme es que necesita total transparencia y publicidad universal para ser llevado a cabo. Así como la mala voluntad o propósito de daño -el arma, necesita ser ocultada, la cooperación para el desarme y el bien común solo puede darse mediante la transparencia y publicidad absoluta de lo que se propone, ya que solo así se sabe si conviene libremente apoyarlo ahora y en cada paso de su práctica. Y esto ocurre ya con esta propuesta de Reconciliación humana u oposición ‘absoluta al arma.
Tal como entendemos que solo podemos liberarnos o desarmarnos porque hoy día podemos hacerlo juntos universalmente, tenemos que compartir esta propuesta sin excusa de que otros no tendrán buena voluntad y querrán mantener su poder o privilegios, pues también los que subyugan a otros sirven así al arma, incluso si son inconscientes o se engañan no pueden negar la evidencia ni renunciar a su propia voluntad, que tanto es dejar de servir al arma como de verse obligados a forzar a otros.
La reconciliación
No necesitamos otra consideración para reconciliarnos que el rechazo absoluto al arma o la mala voluntad. No nos es necesario determinar qué creer (confesar) ni cómo organizarnos, pues el propósito ineludible del arma es asegurar y aumentar ese poder/subyugación interna y externamente, lo que es armarse más hasta el infinito y todos lo sabemos, pues, mientras exista el arma, esta es la máxima producción humana en todo tiempo y lugar, incluido el futuro y, de la misma manera, todo lo demás incluso sus recursos humanos seguirán necesariamente subordinados a ella y se mantendrá la ‘guerra absoluta’, pues, dada su existencia, incluso para un posible ‘bien’ es necesario primero el ‘mal’, del modo como sucede con la propiedad privada; que solo quien tiene puede dar, es decir, primero es quitar y luego compartir.
Solo nuestra humanidad, que no puede sernos ajena, nos habilita la buena voluntad, por eso, para reconciliarnos tenemos que liberarnos, poner en suspenso la ‘representación’ que el estado asume y se arroga de nuestra voluntad, así como las ‘representaciones’ (ideológicas, políticas, religiosas) que justifican y representan un arma (unidad armada), estado y alianza particular frente a otras.
La realización de la paz
Que el desarme solo pueda ser universal implica el amor universal, es decir, primero por ejemplo, que todos cuidamos que el personal militar mantenga y mejore sus condiciones de vida, pero sobre todo, que nuestros proyectos y recursos que se liberan del uso militar se destinan a facilitar una vida digna para todos y a integrar a la Humanidad en un sistema de cooperación para el bien común, lo que resultará una consecuencia lógica o natural, pues, excepto las armas, todo está destinado a servirnos, a nuestro bienestar, a mejorarnos, a empoderarnos y aumentar nuestras capacidades, creando y fomentando así la armonía y el sentido común entre nosotros. E, igualmente, conviviendo, nos persuadiremos y ayudaremos unos a otros a comportarnos y a usar los recursos según el interés común. Nuestra relación es inclusiva e imparcial, de modo que cada uno coopera en el desarme y por el bien común según sus capacidades y posición, y el que sabe enseña.
Con la reconciliación humana el garante último de los derechos actuales de las personas trasciende a los estados, es la Humanidad, cuyo compromiso común es proporcionar paz, seguridad y bienestar para todos, de modo que nadie sea dañado, forzado o privado contra su voluntad de algo que ahora posea, lo que sería violentarlo y, por tanto, contrario al desarme. Pero el desarme es lo mismo que la cooperación voluntaria por el bien común y sin la manifestación de esa buena voluntad no puede haber bien alguno. Tenemos que entender que la mala voluntad es nuestro punto de partida, ya que esta se nos impone debido a la existencia del arma y, en consecuencia, la buena voluntad no puede ser indiferencia o inacción; tiene que manifestarse, actuar, y esa buena voluntad es la cooperación por el desarme de cada uno según sus capacidades y así, no hay buena voluntad si este mensaje no se comparte.
Manuel Herranz Martin 21de agosto de 2024