PROGRAMA DE PAZ HUMANA INCLUSIVA Y UNIVERSAL

  • 21, octubre, 2023
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EL MAL NO ES VOLUNTARIO

Se habla de la maldad de la naturaleza humana, pero realmente el mal es un trabajo, propiamente esclavitud, por el que se nos paga, por el que se nos permite comer, vivir, ganar un sueldo a fin de mes hasta el siguiente mes.

El fin último del trabajo productivo es realmente aumentar la privación de los otros, causarles necesidad, a ser posible monopolizar algo y ponerlos a nuestra merced.

Incluso la promoción con caridad de una religión busca desplazar así a las otras, o con la promoción de los derechos humanos y la democracia se cierra el paso a los «países autoritarios», etc.

Pero, sobre todo, que el mal es el trabajo se manifiesta en la gran masa de gente dedicada y ejercitándose directa y expresamente a matar, u otros a diseñar y producir con todos o los mejores recursos disponibles formas y maneras de matar más eficazmente, o trabajando en el estudio de las posibilidades de como causar el mayor daño posible al otro, con cuya amenaza se le somete.

Y, aún más, otra gran masa de gente ocultando, disfrazando ese propósito y desorientando a la gente, distorsionando mediante representaciones y figuraciones la realidad de las cosas, objetos y acciones que se entienden natural y claramente por el fin u objeto de estos.

Incluso, la otra cara de la moneda es la de aquellos que hacen políticas opuestas, por ejemplo, a favor del desarme, los pacifistas, los anarquistas, o los que están contra las armas nucleares, cuyas propuestas de acción unilateral no pueden sino resultar en perjuicio y en desventaja objetiva propia frente al implacable otro, pero estos sirven también para demostrar que no hay alternativa y pueden acceder por ello también a algún pago, si bien mucho más limitado, o incluso con origen en la otra parte…

EL ARMA

Sin embargo, la verdad, que es humana, puede ser ya hoy dicha, expuesta, como sigue: la presencia de un objeto para el homicidio, el arma, hace que cualquiera necesariamente necesite y quiera poseerlo y, más, privatizarlo, y quizás piensa que lo utilizará solo si hace falta o cuando haga falta, pero el otro también quiere esa opción para sí mismo y hará si puede un arma más potente o que pueda hacer más daño, y unos y otros se organizan como unidades armadas e intentarán consolidarlas más grandes, buscando obtener más ventaja y pondrán tantos más recursos, humanos y materiales como sea posible mediante dura explotación a su disposición y servicio, tanto que, si uno no es capaz de consolidar una unidad armada suficientemente potente será absorbida y/o sometida por la primera, y así sucesivamente hasta el mundo en el que vivimos, en el que todos trabajamos para el mal buscando aumentar esa ventaja o, llámalo bien también, defenderse de la del otro.

Y hay que recordar, por si acaso hay duda, que el arma no es cualquier cosa, pues, aunque se puede matar con una silla o con un cuchillo de cocina estos no ‘alarman’, no nos fuerzan a reaccionar como las armas que tienen y manifiestan explícitamente en su forma, uso y significado su propósito homicida, y el arma tampoco es abstracta como a veces aparece; necesita al enemigo concreto también, para darse a si misma el máximo sentido, en su diseño, localización, y en todo demás como guía para esa búsqueda del máximo daño posible concreto.

Y la causa de la guerra, la destrucción mutua, es el propósito o intento de que esa capacidad de daño se materialice, y así lo vemos con el ataque de Rusia a Ucrania a la vista de su integración en la OTAN o en el caso de China, que no ha hecho ningún mal especifico a EEUU, pero su crecimiento económico, propiamente militar, amenaza la hegemonía de EEUU, y así sucesivamente.

Ahora, en todo esto ¿Hubo maldad humana alguna? No, todo sucedió y sucede lógica y racionalmente. Y esa es la realidad, por más que cada uno piense otra cosa, o en público oculte, precisamente tras una visión y hasta un sentimiento humano con buenas palabras y gestos, esa maldad objetiva, fría, que se nos impone inexorable y trágicamente a todos por igual. Así que, una vez vista y ante nuestros ojos ya la auténtica realidad y la verdad, cuya manifestación es la condición de guerra en la que vivimos ¿Cómo se soluciona?

LA PAZ

La paz, como ha sido visto claramente por los sabios del mundo, es la convivencia, la unidad humana, la toma de decisiones incluyente cuya consecuencia es prevenir y evitar el engaño, el daño mutuo -la guerra- y el propósito de daño -el arma, que es la causa de la guerra, y nos mueve y motiva al bien común.

Pero no podemos pensar ni hablar de inclusividad sin poner el mal, el arma, bajo control humano primero, pues la condición y raíz de la exclusión es el arma, como lo prueba el hecho de que, así como la inclusividad es la toma de decisiones abierta, pública y transparente, el propósito de daño no puede hacerse público y ha de ser ocultado o disfrazado, de lo que nos resulta en la confusión del mundo que va aneja a la guerra.

La inclusividad, que es necesariamente universal humana y por eso era imposible en el pasado, se logra al poner a todas las unidades armadas bajo un mismo mando, lo que de inmediato las hace redundantes y detiene su desarrollo que es la causa de la guerra. Por tanto, ese es nuestro propósito y objetivo más inmediato, pues de el depende todo lo demás, y para ello es preciso que una persona asuma esa tarea, por lo que yo, Manuel Herranz Martin, presidente y promotor de HUM, me ofrezco y propongo voluntario y requiero a todas las unidades armadas su reconocimiento con la condición del reconocimiento de todas las demás.

Un mando único sobre las armas no hace nada, ¿Cómo podría imponerse, forzarse o ejercer violencia contra si mismo? Las armas solo se justifican unas por otras, el propósito de daño solo se justifica y puede justificarse por el propósito de daño del otro, por lo que servicio al arma se hace innecesario y sus recursos humanos y materiales pueden dedicarse al servicio humano y no a su daño, de modo que este mando no lo es sobre las personas que quedan así entonces libres y se acaba la esclavitud y sumisión jerárquica al arma, y el trabajo, los objetos y las acciones no tienen ya por fin servir al arma sino a la Humanidad, pues, salvo el arma, todas las cosas son para servirnos y, por ello, la actividad humana puede estar ya entonces basada en la publicidad, transparencia y en la racionalidad en consideración de la situación concreta.

Mi candidatura y campaña comienza con la publicación de este documento y tiene por objetivo lograr ese reconocimiento completo en otoño de 2024 en el que proponemos se celebre el Dia de la Humanidad, jornada en la que se convoca universalmente el Congreso de la Humanidad para un año más tarde, de modo que durante ese año todos y cada uno puedan participar en su organización y preparación. La tarea Congreso es asegurar que todas las decisiones humanas, aunque subsidiarias, sean incluyentes y se responsabilizará de la seguridad humana común, que principalmente es el desarme, así como el consecuente establecimiento de la comunidad humana.

HOJA DE RUTA

Tal como queda arriba dicho, con la unidad humana nuestro trabajo y acciones son el resultado del entendimiento racional, público y transparente de nuestra situación y nuestra consideración y discusión abierta de la misma, por lo que los derechos y condiciones actuales quedan garantizados por la Humanidad que asume la soberanía y evita y previene toda violencia como lo sería el robo o cualquier otro daño, así que los estados pasan a estar subordinados a la Humanidad y la representan, manteniendo el control de la policía y su gestión interna en tanto que se lleva a cabo la pacificación o unificación y luego el desarme que consolida la unidad humana. Y, entre tanto, y hasta la gestión del Congreso, en caso de conflicto entre países en último término o recurso si las partes no lograran acuerdo, Manuel Herranz Martin, asume la tarea de mediación y, si fuera necesario, arbitraje, como modo de evitar la confrontación y el daño mutuo.

El Movimiento de Unidad Humana tiene la tarea de difundir la llamada a la paz humana, que es la unidad, primero y ante todo de las unidades armadas y en los procesos de alto el fuego, que es nuestro mejor servicio a la Humanidad, allí donde nos permiten que les dirijamos la palabra. Desde que hemos comenzado este proyecto, una vez que nuestra app @HumanUnity estuvo lista a finales de junio estamos avanzando bien en África, particularmente en RD Congo con decenas de asociaciones que apoyan nuestro proyecto formal y legalmente, y allí el día 21 de septiembre y el 5 de octubre participamos en los dos primeros acuerdos de alto el fuego con dos grupos rebeldes en la zona de los Grandes Lagos, con la cooperación también de la PDDCRS, la agencia del gobierno para el desarme con la que cooperamos y creemos que otros grupos rebeldes en RDC están dispuestos a hacer el alto el fuego en consideración y apoyo a la unidad humana, y lo esperamos también de otros grupos armados en otros países del África Central, desde donde planeamos extendernos a toda África y a todo el mundo. Por supuesto, deseamos ayudar lo antes posible a facilitar el alto el fuego allí donde podamos de inmediato y así lo deseamos en Oriente Medio, en Ucrania o en dónde se nos requiera o acepte.

Y para diciembre de este año estamos preparando ya en Goma y en Bukavu, las dos grandes ciudades alrededor del lago Kivu, un Día o Fiesta de la Humanidad, que será prueba y modelo para el evento de septiembre de 2024.

MOTIVACIÓN E INCENTIVO

Con el fin de incentivar el logro de nuestro objetivo de paz y aceptando las condiciones o reglas de juego actuales, proponemos lo siguiente que los 2.5 billones de dólares que se gastan en armamento en un año se utilicen en recompensar a aquellos que contribuyan a la unidad, a la paz humana.

Te invito y animo a hacer la paz y que apoyes a HUM y dones ahora y difundas, compartas y animes a otros a hacerlo con todas tus fuerzas, y por ello conviene que desees y anheles la recompensa con impaciencia y te anime a contribuir con tu esfuerzo a obtener esa recompensa y a proponérsela a otros, pues con esta disposición iniciamos y manifestamos la justicia humana, por la que quien beneficia a la Humanidad será recompensado y quien la daña, disuadido, y cuya ejecución será manifestación de la paz misma, por tanto la Humanidad tendrá tanto la potestad como los medios para ejecutarla, pues, tal como asume soberanía, también emite el medio de cambio y desarrollo. Si bien, también sabemos y esperamos que con el tiempo y la influencia mutua no será necesario incentivo alguno, pues nuestra tendencia natural será tratar a los otros como queremos ser tratados y asumir el bien de la Humanidad como propio.

Igualmente, la validez de esta recompensa surge de su publicidad y transparencia abierta al juicio de todos, tal como serán todas las decisiones en unidad y en paz y no producto de fuerza alguna, pues la fuerza se opone solo a otra fuerza, y la inclusividad es lo opuesto a la fuerza por lo que esta propuesta solo podría ser rechazada o enmendada con un mejor argumento.

La inclusividad es ahora primero lo opuesto a la fuerza, después es lo contrario a la fuerza; es el desarme, es la comunidad.