PROPUESTA Y REQUERIMIENTO

DE ALTO EL FUEGO Y DE PAZ

La paz es la unidad humana

El arma es el mal (“que lo mesmo es decir armas que guerra”, Cervantes, Quijote, Cap. XXXVII)

¿Por qué hay guerra? Porque los estados no solo deciden por separado y consideran exclusivamente el interés de su parte y desconsideran el de los otros, lo que les lleva lógica e ineludiblemente a la confrontación, sino que, sobre todo, están forzados a menoscabar o incluso destruir al otro, pues son unidades armadas, y el arma del otro es específicamente para destruirnos a nosotros, y esa es nuestra prioridad y urgencia ya que su arma, al igual que la nuestra, no se produce ni se proyecta ni implica una estrategia generalizada sin criterio o sin ton ni son, sino que busca siempre causar el mayor mal o daño posible, pues ese es el objeto del arma.

Esa relación de los estados se evidencia en que el arma es la mayor producción humana en todo tiempo y lugar y los avances técnicos se producen básicamente en su desarrollo, aunque en el presente no se nos manifieste tan claramente como en el pasado, pues el propósito de daño se oculta. (por ejemplo, Ucrania se dice aquí es un país soberano, ha sido invadido y basta, pero, por otro lado, no se dice que tiene el propósito de ingresar en la OTAN, organización liderada por un país claramente intervencionista como EEUU, y cuyo acuerdo es que todos los países integrados en la Alianza se defienden mutuamente, y al tiempo Ucrania está ya en guerra con Rusia por el Donbass y por Crimea, por eso Rusia invadió al no conseguir garantía alguna de la OTAN, de EEUU sobre el ingreso de Ucrania en la OTAN, y podríamos seguir sobre las razones del temor o rencor de los países de Europa Oriental hacia Rusia, que, dada su pequeñez, sienten que no les deja otra opción que buscar protección de EEUU y así sucesivamente).

En efecto, el propósito de daño necesita ser ocultado, pues, como poco, pondría en guardia al otro, le haría reaccionar y, peor, se manifestaría como lo que es; inhumano, por eso ahora nosotros los humanos, sin distinción del arma a la que pertenecemos, necesitamos usar la inteligencia y el sentido común al tratar la paz, y entender que los estados no pueden hacer la paz y que en la esfera política o servicio al estado no se puede manifestar la verdad y, por el contrario, es necesario confesar la mentira del estado y coalición a la que pertenecemos.

¿Qué nos pasa? El ser humano encontró el arma ya presente en la naturaleza y su adaptación a ella es su ineludible integración en unidades armadas, lo que son ahora los estados.

A diferencia del resto de los objetos que son todos para servirnos, el arma tiene por objeto dañar, matar, algo que solo ejecuta eventualmente, pero su efecto inmanente o constante es la imposición o la privación de libertad, lo que hace que sea intrínseca o esencialmente privada, imposible de ser compartida ni alternada, y el resto de las cosas son privadas, asignadas a un individuo u otro por la mediación del arma que primero las subordina y pone al servicio de su propósito de daño y de la privación de libertad mediante la precariedad.

Y así la condición del arma es la causa de que la forma del estado tenga necesariamente un único individuo a su cabeza, a cuya voluntad única el arma toda responde, que garantiza tanto su unidad como que esta solo sea ofensiva y busque poner todo bajo su dominio desde su base (un arma no integrada es ilegal o enemiga y, si es posible, debe ser destruida), pues el estado se organiza necesariamente de modo jerárquico o piramidal con la máxima desigualdad posible para asegurar la máxima explotación de sus recursos a su servicio y para ser capaz de competir con los otros en todo tiempo y lugar y con independencia del sistema político que en él se haya impuesto, sistema que solo es viable obviamente si acrecienta el poder del estado (caso de la democracia o la abolición de la esclavitud) y no por su humanidad como, sin embargo, los políticos dicen y hacen creer y confesar y así también se oculta el hecho no solo del propósito de daño o maldad del estado sino que es el mismo el que determina ineludiblemente la desigualdad extrema de su estructura y así, en su lugar, se acusa de ello a las grandes empresas por su codicia; incluso a las armamentísticas de causar, provocar o fomentar las guerras para aumentar sus pedidos. La causa de este fallo del entendimiento es que los humanos usamos un pensamiento analógico y tendemos a considerar al estado como humano también.

Historia del pacifismo, los cosmopolitas

(Puedes mirar en internet y buscar pacifistas y verás que ninguno de los que están ahí son pacifistas realmente, pues la condición para figurar ahí es que el estado no se ponga en cuestión)

– Los cosmopolitas antiguos, tanto en Occidente como en Oriente (Mòzǐ) vieron claramente que solo si los humanos nos unimos, si tomamos las decisiones conjunta, incluyentemente, evitaremos y prevendremos el mal, el propósito de daño (las armas) y la destrucción mutua (la guerra), y cooperaremos solo por el bien común, y esa misma unidad o convivencia humana nos lleva a ver las cosas como realmente son y que hacer el mal, dañar o perjudicar a otros, es injusto, incorrecto y perjudicial para todos y es juzgado, rechazado y confrontado por toda persona de acuerdo con nuestro natural y común entendimiento y sentimiento y, por el contrario, nos motivaremos, influiremos mutuamente mediante alabanza o recompensa el bien común.

– Pero la guerra era una condición humana inevitable en el pasado en el que la Humanidad vivía en grupos aislados y en un mundo ignoto, de modo que pretender prevenir el mal, el propósito de daño y el daño, con la unidad o toma de decisiones incluyente, era no solo inviable sino sobre todo perjudicial para el estado que admitiese la difusión de tal percepción en su seno, pues le debilitaba frente a los otros, y por ello los estados han ocultado, incluso ferozmente, esa opción. Ese fue el caso particularmente de Mòzǐ.

– Y el problema de los antiguos cosmopolitas occidentales, como podemos ver en sus escritos pese a ocupar los más altos puestos del estado, era que, por un lado, entendían y querían prescindir del mal, del arma o estado, pero por otro, lo necesitaban para conservar su propiedad y hasta sus vidas, pues obviamente no puede ser que uno comparta y otros no y además estos últimos intentando apropiarse, poner a su nombre, privar a los demás de todo lo que pueden.

LA UNIDAD ES HOY POSIBLE Y LA UNIDAD ES LA PAZ

– Sin embargo, estos problemas están hoy resueltos en nuestro mundo interconectado, la unidad humana es la toma de decisiones incluyente y universal y así el uso de la universalidad, imparcialidad, igualdad y sentido común, que es la forma única de la paz, lo que significa una gestión pública acordada por todos unánimemente, algo garantizado mediante la transparencia, la apertura, la publicidad y el registro de cada toma de decisiones, de modo que no puede haber en ella ni engaño, ni siquiera malentendido, y tampoco propósito de daño (que sería el absurdo de dañarse uno así mismo), lo que, por una parte, garantiza que nadie tenga que renunciar a su propiedad involuntariamente, mientras que, por otro lado, el desarme nos lleva ineludible y voluntariamente a la comunidad.

– En efecto, la unidad es lo mismo que el desarme, y este solo puede ser universal, ya que el desarme unilateral es rendición, es decir; igualmente servicio al arma, solo que a otra, de modo que la unidad o desarme no solo no debe resultar en detrimento de nadie sino que no puede.

Así pues, en nombre de la Humanidad:

Requerimos a los líderes de todos los estados o unidades armadas que declaren y hagan el alto el fuego para establecer la paz humana definitiva, esto es; la unidad humana o toma de decisiones humana incluyente, con lo que todo conflicto se resuelve y desaparece, pues todo conflicto nace de la división y se manifiesta o reduce a que un ejército u otro controle y explote unos territorios y personas.

Convocamos la unidad humana o toma de decisiones humana incluyente, que es hoy por fin posible y nadie puede oponerse a ella salvo que la malentienda y necesite una mayor explicación, y propiamente la paz se consigue con la comunicación universal de esta información generada por y desde el sentido común.

Lo único que la unidad humana previene e impide es el indeseable daño mutuo, el engaño y la mistificación en la gestión pública, y conduce tanto al desarme como al uso del sentido común y a la universalidad en la cooperación para el bien común, pues las armas son unas por o contra otras y no por motivo alguno ¿o acaso alguien conoce algún uso represivo de la maldad humana o para hacer que la gente trabaje de los submarinos, de los portaaviones, de los misiles nucleares, etc. etc.?, lo único que obvia y necesariamente requiere la unidad, el desarme, es que lo hagamos todos juntos, y hacer así todo común. ¿No somos capaces de ver eso, y encararlo?

Y para el establecimiento de la unidad humana proponemos un Congreso o Asamblea de Unidad abierto y transparente, en el que la toma de decisiones es ya incluyente y en el que esta se fije como sistema. Este Congreso asume ya responsabilidad por la seguridad humana en lugar de los estados y, por tanto, asume el control de todas las armas que, unidas, resultan inútiles y redundantes y su conveniencia y consecuencia es el desarme y con él la integración y cooperación de todos por el bien común. ¿O cual es el problema? Sucede que no tenemos otra opción, o nos salvamos todos o todo apunta a que vamos hacia la extinción más pronto que tarde. ¿Acaso quizás preferimos destruirnos todos con tal de destruir a los otros? ¿Acaso no podemos ver que los otros están ofendidos por nosotros igualmente?

– Antes del Congreso es conveniente, incluso necesario, poner a todas las armas bajo un mismo mando, pues esta es la única manera de detener y suspender su dinámica de daño mutuo que absorbe la voluntad humana, de modo que se suspenda la actividad del arma y se garantice el alto el fuego, algo que con la simple convocatoria al Congreso posiblemente no se lograría o superaría.

Un mando único que solo se acepta si todos los demás lo aceptan también, un mando único que no hace nada, no impone nada, tan solo establece por fin la soberanía de la humanidad sobre las armas, que de otro modo actúan por si solas, y así evita e impide la guerra y la lucha, que sería la contradicción de uno que se ataca y se defiende a sí mismo, un mando único que no solo garantiza el alto el fuego sino que detiene el desarrollo del arma y las estrategias o desarrollos agresivos de los estados, generando, o más bien liberando así el sentido de humanidad que todos compartimos por naturaleza.

Solicito apoyo para comunicar esta propuesta a los líderes de Ucrania y Rusia y a otros lugares donde hay conflicto requiriéndoles el alto el fuego y con él la convocatoria a la unidad humana.

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