¡Qué alegría! Ya podemos hacer la paz, ya hay un espacio en el mundo para las personas. Por favor, invita a todo el mundo a hacer la paz: signup – Humanunity (human-unity.org)
La unidad humana es dejar atrás el miedo al otro. Un miedo comprensible dada nuestra experiencia o relación pasada, marcada por la sangre. Esa otredad se manifiesta en su diferente color, lengua bárbara, aspecto, vestimenta, pero también por su pensamiento; por sus rituales y creencias que nos parecen estrafalarios. ¿Cómo podríamos convivir con el otro? Y ese odio ciego se expresa a veces en el anonimato de las redes o en la masa de los estadios de futbol.
Por eso, cuando proponemos la unidad humana sin más, algunos de inmediato se la imaginan en la forma del estado totalitario, pero ahora global, mediador entre odios, y piensa que impondrá una nueva uniformidad, sin entender que la unidad humana es el medio de la libertad, pues en unidad no hay imposición, solo hay transparencia y publicidad de los fines con lo que se previene y se evita el propósito de dañar a otros, y también se desmantela el propósito de daño mutuo actual, el arma, mediante la cooperación para el bienestar y el desarrollo común.
En unidad, la apariencia de cada uno, lo que quiera creer, figurar, imaginar, calzarse o ponerse en el cuerpo o en la cabeza no es ya significarse con un bando armado y dispuesto a matar. Y, en efecto, no hay particulares problemas en las parejas de razas o culturas diferentes, mientras que, por el contrario, precisamente la incomunicación humana en la relaciones contractuales es causa principal en la violencia de género o doméstica, por tanto niega el carácter de libre y de mutuo acuerdo a la relación, .
En nuestro estado de guerra actual significarse por una ideología o figuración es tanto como apoyar el arma que hay detrás, o la del Atlántico Norte o la continental de Rusia y China (pese al absurdo de que el adalid del librecambismo hoy es la China comunista, y el Brexit tiene lugar en la patria de esa ideología), y si un ejército está en tensión no nos da opciones, así como todos los de Corea del Norte son socialistas y los de Corea del Sur liberales. Y la misma justicia se establece en que, por ejemplo, ser liberal, demócrata, o socialista o confesar serlo es bueno y se premia con salarios, prebendas y publicaciones, como antes en España lo era ser buen católico cristiano, y si no, ahí estaba la Inquisición, y en otros lugares puede ser malo y se castiga. Aunque en todos, sin excepción, lógicamente se premia ser nacionalista, fomentar el sentimiento de pertenencia a la nación o ejército propio y negar a los otros.
Sin embargo, cada persona, con independencia de su origen, entiende por igual la finalidad de las cosas, de las actividades, de los objetos cuando ve como se usan y para qué. Y no importa nuestro país, cultura o lengua, todos vemos por igual que el fin del arma es matar (y no precisamente matarse uno a sí mismo); para eso se hace la punta, que explote, etc. y su mejora es el aumento de su capacidad, rapidez y eficacia para matar. Y el mundo es una lucha por mejorar las armas propias y sumar capacidades y recursos a su servicio al tiempo que impedir y perjudicar que las acumule el otro. Entonces, si nos planteamos convivir, si nos planteamos la paz y que la seguridad sea común, lo primero que tendremos que tratar es el desarme y también que no puede uno desarmarse unilateralmente, e ignorarlo y mantenerse en las figuraciones es seguir sirviendo al arma, seguir en el genocidio.
Algo que ya no es necesario como antes, pues con el espacio humano que hemos creado en www.human-unity.org y en la app @HumanUnity, practicamos ya la justicia humana que premia a quién beneficia objetivamente a la Humanidad facilitando o mejorando la vida o su alcance y a quien hace daño se le expone, condena y disuade. No te condenes, gana tu premio.