Estimado Sr. Secretario General de la ONU, Antonio Guterres,
Soy Manuel Herranz, presidente de HUM, Human Unity Movement.
La primera iniciativa de HUM ha sido convocar un Congreso mundial de expertos, transparente y abierto, para tratar el establecimiento de la unidad humana porque, si nos unimos en un sistema de toma de decisiones incluyente solo buscaremos el bien común y evitaremos, prevendremos y renunciaremos a dañarnos mutuamente. Para mí, el desarme (la paz) y la unidad humana es lo mismo.
Sin embargo, este Congreso ha sido cancelado porque es inevitable encarar primero el arma. Ahora la ONU organiza una semana del desarme entre el 24 y el 30 de octubre. Según la página web creada a tal efecto la semana del desarme se inscribe en “uno de los días internacionales, ocasiones para educar al público en general de asuntos de preocupación, para movilizar la voluntad política y los recursos para encarar problemas globales”, y este en concreto “tiene el propósito de promover el entendimiento del público sobre los asuntos de desarme.”
Para la ONU, el desarme no es propiamente un objetivo como los de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, tales como “fin de la pobreza, energía asequible y no contaminante, igualdad de género, agua limpia y saneamiento, alianzas para lograr los objetivos…”. Y tal como se menciona en la susodicha página web, de los 17 puntos de esa Agenda el 16 tiene por objeto “paz, justicia e instituciones sólidas” donde añade que es necesario “reducir considerablemente las corrientes de armas ilícitas para lograr sociedades pacíficas, justas e inclusivas.”
Y continúa: “A través de la historia, los países han buscado el desarme para construir un mundo más seguro y proteger a la gente de daño”. ¿Es esto acaso un error? No lo es, sucede que nos está hablando de desarme alguien nombrado y bajo supervisión, cuando no orden directa de los estados, o unidades armadas legales del mundo.
Todos los seres humanos, no solo los empleados de la ONU, estamos a merced de que los estados nos suministren los medios para vivir. Hoy día de los estados cuyos ejércitos vencieron, porque los derrotados ya no existen y, lógicamente, recompensan a los individuos según estos contribuyen al engrandecimiento de su poder; es decir, a que sus armas puedan vencer y apropiarse de más, a ser posible quitándoselo o explotando a las otras, pues todo queda bajo el dominio de una o de otras, incluso en el espacio exterior todo lo disponible es bajo el control de una unidad armada u otra.
Y así también podemos entender que esa página web refiere al desarme de armas específicas seguramente según el interés de las grandes potencias nucleares mundiales, principales patrones de esta organización. Por ejemplo, se manifiesta contra las armas nucleares por su gran capacidad destructiva, pero seguramente en lo que más se incide es en prevenir e impedir que otros estados fuera de esos ya nucleares obtengan la bomba y puedan dañarles, rivalizar con ellos. Y sigue el texto manifestándose contra el comercio ilícito de armas; es decir, el comercio que no controlan y del que no se benefician legalmente los patrones de la ONU.
Podría acaso preguntarse uno para la ocasión por la armas de gran proyección militar de algunos países muy distantes de sus fronteras como son las bases militares en remotos lugares, o la proliferación de portaaviones y submarinos, frecuentemente portadores de torpedos nucleares.
Podríamos seguir añadiendo cuestiones semejantes si usamos la inteligencia y el sentido común, y habría que comenzar negando que “a través de la historia, los países han buscado el desarme para construir un mundo más seguro y proteger a la gente de daño”. Acaso hayan dicho buscarlo, o se lo hayan recomendado a otros, pero lo que está claro es que los países, estados o unidades armadas han hecho lo contario; armarse tanto como han podido; ciertamente que para asegurarse particularmente la paz según el antiguo lema si vis pacis parabellum (si quieres la paz, prepara la guerra; esto es, ármate tanto como puedas), pero así, entre unos y otros a la vez, ‘construyendo un mundo absolutamente inseguro y de modo incesante en toda la historia causando a la gente daño incalculable’.
El arma es un objeto que tiene la finalidad de matar y consecuentemente es percibida en forma de amenaza de muerte. Y la muerte solo puede evitarse con la sumisión, o con la disuasión que se logra con otra arma; de modo que el arma es la mayor producción humana en todo tiempo y lugar, la cumbre de sus tecnologías y logros, y la estrategia –literalmente, el movimiento del ejército (statro)- la clave de las relaciones humanas. Igualmente, las unidades armadas son la forma determinante de la ‘asociación’ humana –grupos ligados por una cadena de mando piramidal.
Dado que las armas son para matar, discriminar unas formas de matar de otras como hace la ONU no tiene mucho sentido, pues un arma resulta en todas las armas posibles ya que el arma pone en juego la vida y la muerte, la libertad o la sumisión. Y al admitir las armas, la violencia es así aquí también legitimada y preservada, pero cualquier violencia no es solo odiosa para el sentido común sino que es de hecho imposible que sea aceptada (voluntariamente) por el que la sufre, ya que lo que se logra con ella es realmente privar a la persona de su voluntad, de su capacidad de decisión y, por tanto, si esta tiene opción en algún momento negará esa legitimidad, incluso lo más probable con el uso de la violencia también.
Así que, no nos engañemos con las palabras; la violencia es toda la violencia, de la misma manera que un arma es todas las armas posibles, tanto en el presente como en el futuro. Pero, si se piensa hasta el fondo por qué puede admitirse, aprobarse y legitimarse esa intención de matar, el resultado no puede ser otro que porque los otros, otros países, estados o unidades armadas, tienen objetivamente esa misma intención.
Por ello, mucha gente inteligente del pasado, como Mozi en el Este o los cosmopolitas en el Oeste sin que mediara relación entre ellos, entendieron que la unidad humana es la salvación de la Humanidad. Mozi observa que en el ámbito de la comunidad se utiliza naturalmente el sentido común; es decir, todo el mundo condena el daño a otro y, así, por ejemplo, nadie pensaría, ni se le permitiría, hacer algo para matar dentro de la comunidad. Esto mismo fue comprendido por los cosmopolitas occidentales: “Los humanos no deben vivir en sistemas de justicia separados”, que según Plutarco es la simple idea que se nos expone en La República, obra maestra de Zenón, el fundador del estoicismo y seguidor de los cínicos, también cosmopolitas.
La República de Zenón se ‘perdió’ y el Mòzǐ se salvó a duras penas entre los libros taoístas. La unidad humana no solo era imposible en el pasado, en un mundo desconocido, sino que tal conocimiento y doctrina perjudicaba el interés del estado que permitiese su publicidad, por ello no tenemos referencias en la actualidad.
Pero ya entones el Mòzǐ se planteaba los límites del mundo y de sus habitantes porque la unidad humana, que es el desarme, solo puede ser implementada simultáneamente. Y en nuestro tiempo podemos ya proponerla porque tenemos a todos los humanos a nuestro alcance en todo el mundo y, por lo tanto, sin perjudicar a nadie, ni a personas ni a estado, y nadie puede rechazar esta propuesta.
La cuestión ahora es como sustituir nuestro sistema de unas 200 unidades armadas o estados en el mundo por la unidad humana o la toma de decisiones incluyente. Dado que la única razón del arma es ser contra otras armas, debe primero de todo ser puesta bajo un mando único. Este mando único no es ya un nuevo tipo de imposición o violencia; es el fin de la violencia, pues en este punto cualquier violencia sería ejercerla uno contra si mismo.
Y, por el contrario, el mando único sobre el arma lleva al desarme y a la toma de decisiones inclusiva basada en el sentido común y el conocimiento científico disponible para lograr la integración humana y el desarrollo conjunto. Otra diferencia crucial es que para desarmarnos necesitamos revelar la verdad y no ocultar ya el propósito de daño. Hay siempre transparencia en nuestros tratos y compartimos el conocimiento y las tecnologías disponibles con todos, de modo que todos puedan igualmente participar en una toma de decisiones transparente y abierta.
Y este intercambio abierto y transparente de información puede centralizarse y coordinarse desde la ONU, comenzando por este mensaje, pues la ONU cuenta ya con los más adecuados medios para la tarea, tales como traductores, medios de comunicación con cada país, etc.
Actualmente, el estado otorga o garantiza cada derecho y, por lo tanto, recompensa a aquellos que incrementan su poder y sus capacidades de destrucción o ayuda a disminuir las del enemigo. Pero siendo la Humanidad quien otorga o garantiza los derechos, esta recompensa a aquellos que contribuyan más a su propósito que es el bien común.
Sin embargo, posiblemente en un momento dado no necesitemos ninguna recompensa o incentivo porque entenderemos que beneficiar a la Humanidad es beneficiarnos a nosotros mismos; y el deseo de beneficiar a la Humanidad será nuestra tendencia natural ya que nuestro carácter no es azaroso sino cultivado por la comunidad o sociedad en la que vivimos y nos desarrollamos. Y la gente en esa comunidad alrededor de nosotros lógicamente nos alentará por todos los medios a la unión de nuestra humanidad con la de todos los seres humanos.
Mientras que actualmente, forzar o condicionar a la gente es crucial porque realmente matar y dañar a otros no solo es muy peligroso sino que también es repulsivo a la empatía humana y al sentido común (unos soldados van al manicomio, otros se suicidan). Esta contradicción se muestra y se siente en cada país donde los argumentos (políticos) necesitan apelar al sentido común en lo que respecta a las necesidades y problemas de sus conciudadanos (nacionales), pero no se ocupa de los problemas o las necesidades de otros seres humanos en otros países, lo que expone su incoherencia, si no su hipocresía.
Una vez que renunciamos al objeto de dañar y matar mediante la unidad, todos los otros objetos son para servirnos y, por lo tanto, el uso de los recursos se ejerce de acuerdo con el sentido común; esto es, según su uso objetivo, su propio propósito que nos muestra por quién, cómo, cuando….debe ser usado de modo que la propiedad privada, la cesión de la soberanía estatal sobre los recursos, es redundante.
Querido Sr. Secretario General, le pido por la presente que haga llegar a conocimiento de los estados que asumo el mando de todas las armas o unidades armadas del mundo, y que requiero el reconocimiento de cada una de esas unidades, condicional al reconocimiento de todas. Tengo pensamiento y sentimiento claro que beneficiar a la Humanidad es beneficiarme yo mismo.
Asumo y propongo mi mando porque entiendo igualmente que a todos nos conviene y todos estamos de acuerdo en usar el sentido común, la justicia humana, en lugar de las armas y la violencia que se reproduce sin nuestro control y a la que todos tenemos que servir por igual dañandonos unos a otros contra nuestra voluntad.
Nuestra garantía de seguridad y protección humana es que el desarme no puede llevarse a cabo si no es conjunta y universalmente –de otro modo, el desarme unilateral no solo es rendición sino que no es desarme -pasamos a servir con todo a otra arma. El desarme ha de ser universal, ha de ser acordado, conjunto, reciproco y proporcional y en condiciones de transparencia, pues las armas, los sistemas de defensa y ataque no son arbitrarios, están en función de la amenaza que resultan los otros, de modo que es sencillo establecer su relación y eliminarla conjuntamente, y esto vale también en relación a la policía y el crimen y la delincuencia.
Espero que mi propuesta sea de su interés y obtener una reacción positiva de su parte y su respuesta, pero igualmente, ante todo, quedo a su disposición para cualquier aclaración o detalle.
Muchas gracias por su atención.
Cordialmente
Manuel Herranz Martín